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martes, 2 de abril de 2019

Tarde de verano

Sentir el agua correr, la rugosidad de las piedras,
un aire fresco oliendo a menta
el sol abrazando la tarde
el espejo cristalino manchado de balsas blancas
las sierras vigilantes rodeando el horizonte
tu sonrisa franca
el silencio de tus frases
tus manos firmes abiertas,
cerrar los ojos y volar hasta ahí de nuevo...
tu abrazo, tu voz, tu perfume
todo se mezcla en mi recuerdo
y me pregunto...
por qué no estoy allí.

domingo, 23 de abril de 2017

Día internacional del libro 23 - 04 - 2017

Hace unas semanas una profesora me preguntó por qué leía o por qué quería acercar a otros a la lectura. Y simplemente respondí con un cliché,  para mí, leer salva. Si bien es una frase trillada, resulta que es verdad.
Los libros se volvieron, desde temprana edad, mis amigos más íntimos.  En casa agarraba lo que encontraba. Libros que no entendía, libros que me gustaban y libros que no. Pero seguía leyendo.
En la primaria apareció la biblioteca del aula de la mano de libros como Mujercitas y nunca nada volvió a ser lo mismo. A partir de ahí los libros se volvieron una parte fundamental de mi vida.
Recuerdo haber comprado mis primeros tres libros en el negocio que era de Fernandito en Pipinas. Entre fuentes y juguetes tenía libros de la colección Billiken. Compré Mujercitas, Las Mujercitas se casan y Hombrecitos.
Después en Pipinas me quedé sin lugar donde comprar libros hasta que en la estación de servicio empezaron a vender unas colecciones de bestsellers para la gente que pasaba por la ruta.  Lectura liviana para turistas.
Ahí apareció en mi vida Richard Bach y Juan Salvador Gaviota. Yo tenía unos 15 años creo. Como el único lugar para comprar libros era ése,  Me compré todos los de Richard Bach. Y los leí todos!
Cuando vine a vivir a la Plata empecé a transitar calle 7 hacia la Facultad de Humanidades y de reojo miraba La Normal. Pero nunca sobraba de la semana plata para lo que no fuera estrictamente necesario. Recuerdo de esos años un libro que me compró papá, El principito. Quedó subrayado entre mis apuntes de psicología y luego de historia. Me quemó tanto la cabeza lo que leía  para la Facultad que abandoné la lectura por placer. Sólo algunos libros de Paulo Coelho regalados me acercaron a la lectura placentera. Autor que me valió una gran tristeza cuando me tomaron el pelo haciéndome sentir una descerebrada que lo leía.
Hasta que ya recibida de maestra cayó en mi poder una saga. Una saga que me mostraba las alegrías y tristezas del amor, la fantasía y la ciencia ficción... y chau... Me perdí para siempre. La saga era Crepúsculo, nada destacable, pero para mí un mundo . No fueron los títulos que leí en ese momento lo que me enamoró de los libros definitivamente.  Fue la persona que descubrí que yo podía llegar a ser lo que me voló la cabeza. Fueron el amor que encontré en esas páginas  (y yo no conocía aunque estuviera casada), la aventura que yo quería vivir, los personajes que yo quería ser y los mundos a los cuales quería viajar... eso hizo que la cabeza me estallara y que jamás volviera a ser la misma persona.
Cuando mi vida se vino abajo y conocí la verdadera soledad,  mi refugio total fueron los libros. Días enteros en que solamente leía y leía.
Y esas soledades y ese aprender a vivir a los treinta y pico fueron de la mano de los libros.
Y les aseguro, que a mí no me salvó  la cabeza terapia, ni mi profesión, ni el amor. La cabeza, literalmente, me la salvaron los libros. Y no soy una desagradecida del amor. De sanar el corazón se ocuparon mis hijos, amigos y familia.
Pero la cabeza y la imaginación me la salvaron los libros.
Hace unos tres años y de la mano de una amiga lectora llegué al Gupo de lectura y debo decir que nada volvió a ser igual. Pura felicidad de la mano del libro. Gracias a mis a.igas lectoras por ayudarme a crecer en mis lecturas y por mostrarme un mundo maravilloso.
Feliz día internacional del libro! Para mí,  el día de mis mejores amigos!

jueves, 17 de noviembre de 2016

Siempre Amando...

Y amar con otro amor...
Amar con un amor de casi cuatro décadas es como un soplido enérgico que te refresca el alma.
Porque no tener veinte no es una prohibición ni un límite... amar en la treintena es salir a la luz con una seguridad única, es ganar un espacio en el universo, amar en la madurez es lograr ser libre sin egoísmos... concebir el amor en esta etapa es poner en la mesa todo, el alma, el corazón, las dudas, las certezas y las ganas... estos cuerpos, estos ojos, estos besos... y no esperar nada.
Es la entrega del ahora.
Es tener la valentía de madurar.
Es decidirse a sentir a flor de piel.
Es aceptación y camino.
Ya no es desesperación...
Es sentir en estado puro...
Siempre Amando...

jueves, 11 de agosto de 2016

Tiempo y perdón

Dicen que perdonar es divino y que el tiempo todo lo olvida. Pero realmente es así? es suficiente el tiempo para olvidar? es sólo el perdón hacia los otros lo que necesitamos para curar?

Durante mucho tiempo estas incógnitas dieron vueltas en mi mente. Respuestas, ensayos, supuestos, mandatos... todo esto, al estilo de una montaña rusa, se han colado por los huecos de mi alma exigiéndome encontrar respuestas.
Resultó que el tiempo no es parámetro ni garantía de olvido. Y que perdonar se hace realmente difícil.

Cuando finalmente abandoné el intento de perdonar al otro que me dañó y me centré en mi propio dolor fue que se abrió un nuevo inicio frente a mis ojos. Comprender que quien gritaba por un perdón era yo misma. Se hace imposible a veces perforar la roca que nos impide vernos fielmente, pero cuando lentamente comienza a resquebrajarse, podemos llegar al centro y encontrar ese punto donde aparece la claridad.

Buscar el perdón para un otro sin primero encontrarlo para nosotros mismos hace el camino cuesta arriba.

Lleva tanto tiempo a veces...
aceptación, descubrimiento, coraje, sostén...
Lleva tantas lágrimas a veces,
cuesta tantos fracasos y tantos intentos a veces,
cuesta broncas infinitas, rechazos imaginarios,
autoboicots, y tanto más...

Pero finalmente y luego de un arduo trabajo interior llega el perdón y arrancamos de nuevo. No aparece de la nada. Hay que desearlo, buscarlo y encontrarlo. Pero debemos encaminarlo hacia nosotros mismos. Permitirnos el error, aceptarlo y decirle adiós, cumpliste tu misión, ya no te necesito. Es un impulso que nos tira hacia adelante...

Y el tiempo no es garantía certera de que se logre. El tiempo no tiene la receta para saber cuánto lleva olvidar, quitar tristezas, cerrar heridas. Pero nos regala la posibilidad de poner distancia y a veces esa distancia es la que nos permite olvidar. Poner en perspectiva... y decir "ya pasó tiempo, ya es hora" y salir a la vida nuevamente con coraje de llevarla por delante.

Esta reflexión llega cuando en mi vida pasaron cinco años de distancia y olvido, de perdón y aceptación. Y me hace ruido hace tiempo... le puede servir a alguien, le puede hacer ruido a alguien más...

Libertad en lo más profundo, sentirse listo para salir al mundo y siempre con una sonrisa...

Mis felices 5 años de renacer con plena felicidad

Pao

lunes, 4 de julio de 2016

Bisagras

En qué momento de nuestras vidas dejamos de ser esas niñas/jóvenes inocentes y nos convertimos en mujeres que ya no creen en cuentos rosas?
Cuál es el preciso instante, si es que existiera, en que dejamos de creer en el cuento de la casita perfecta, el príncipe azul y el vestido con miriñaque?
Podría debatir horas sobre la concepción de crianza que cada una vivió, sufrió, disfrutó... por regla general todas las que fuimos niñas soñamos con el príncipe azul y una vida de color rosa y sueños. Por supuesto hay excepciones. Pero insisto en la generalidad que la mayoría de las mujeres, al menos las que conozco, han vivido.
Entonces, en algún momento de los diecialgo o veintitantos algo se rompe. Hay un quiebre. Una coyuntura que hace que lo que siempre habías creído que sería la lógica de la vida te da un revés y justamente te presenta la verdadera " vida".
Esa vida que vos no imaginaste ni soñaste para vos. Esa vida que te pega cuando te das de frente contra una pared.
Quizá no te sucedió nada demasiado desmoralizador. Simplemente abriste los ojos y frente a vos encontraste un mundo lleno de miserias, de realidades ineludibles que hubieras preferido mil veces desconocer.
Tal vez sufriste las primeras pérdidas en tu vida, acompañaste enfermedades... o el amor, o lo que creías que era amor, te decepcionó dejando una marca imborrable.
O un día comprendiste que lo que hacías no te llenaba, que el lugar en el que estabas no te definía, que quiénes te rodeaban no eran compañía. Y te sentiste sola y pérdida.
Y entonces ese momento te marca y rompe tus estructuras, tus creencias y todo lo que habías planeado y soñado para tu vida.
Una carrera trunca, un arrepentimiento, una culpa, una traición, un desengaño, una muerte... o sólo abrir los ojos y ver.
En qué momento nos convertimos en lo que somos? En uno en particular? Hay un proceso que nos acompaña. Que nos lleva de la mano. Nos alienta. Nos retiene. Pero por sobre todo va con nosotros.
Y en algún momento encuentra su cauce, se encarrila. Ves con ojos grandes y llenos de experiencia. La tuya. La que nadie puede robarte y sólo vos comprendés. La que te hace la persona que sos.
No importa si lograste reconocer el momento bisagra, lo importante es que estuvo ahí.
Por qué no, pudo haber sido un momento de felicidad. Un nacimiento, un encuentro, una caricia.
Lo increíble es que esos momentos son tan necesarios en nuestro camino.
Las metamorfosis que hacen los seres vivos son tan antiguas como la naturaleza misma y todos los seres las necesitamos.
Cambiamos la piel, abrimos alas, nos salen patas para saltar. Dejamos de creer en el príncipe azul y en los cuentos de princesas y nos volvemos seres reales, de carne y hueso, que viven y sienten.
Que respiran y miran de frente con coraje.

jueves, 30 de junio de 2016

Dulces niñas

Dulce niña mía...

25 años después siguen siendo mis dulces niñas...



Decisiones

Y entonces mediando una simple charla cotidiana algo te hace click. Las decisiones se toman o te toman. ¿Por qué volviste? ¿Por qué no me fui? Y las respuestas son miradas que te arrebatan la capacidad de pensar. Y un nudo en el estómago termina en burbujas que se expanden hasta mi pobre y agotado cerebro.
Será que realmente las decisiones no siempre dependen de nosotros? Los caminos se abren de formas tan extrañas. Podemos creer en el destino, la suerte, la herencia, el devenir, la providencia y .... los nombres que quieran ponerle a esta sensación de que así tiene que ser o simplemente, no ser.
Y darle vuelta al asunto, ponerlo patas para arriba, vaciarlo y llenarlo. Estudiar y analizar pros y contras. Estrategias y tácticas. 
Para qué?  Para que la decisión llegue repentinamente y te tome por asalto. 
Y una vez que está ahí, tangible y real ya no se ignora. 
Ahora el hielo quizá comience a entibiarse, como dice la canción.
Aceptación. Ponerle palabras a las sensaciones y tomar o dejarse tomar por las decisiones. 
Nada más...
Todo más...
Está hecho.