En qué momento de nuestras vidas dejamos de ser esas niñas/jóvenes inocentes y nos convertimos en mujeres que ya no creen en cuentos rosas?
Cuál es el preciso instante, si es que existiera, en que dejamos de creer en el cuento de la casita perfecta, el príncipe azul y el vestido con miriñaque?
Podría debatir horas sobre la concepción de crianza que cada una vivió, sufrió, disfrutó... por regla general todas las que fuimos niñas soñamos con el príncipe azul y una vida de color rosa y sueños. Por supuesto hay excepciones. Pero insisto en la generalidad que la mayoría de las mujeres, al menos las que conozco, han vivido.
Entonces, en algún momento de los diecialgo o veintitantos algo se rompe. Hay un quiebre. Una coyuntura que hace que lo que siempre habías creído que sería la lógica de la vida te da un revés y justamente te presenta la verdadera " vida".
Esa vida que vos no imaginaste ni soñaste para vos. Esa vida que te pega cuando te das de frente contra una pared.
Quizá no te sucedió nada demasiado desmoralizador. Simplemente abriste los ojos y frente a vos encontraste un mundo lleno de miserias, de realidades ineludibles que hubieras preferido mil veces desconocer.
Tal vez sufriste las primeras pérdidas en tu vida, acompañaste enfermedades... o el amor, o lo que creías que era amor, te decepcionó dejando una marca imborrable.
O un día comprendiste que lo que hacías no te llenaba, que el lugar en el que estabas no te definía, que quiénes te rodeaban no eran compañía. Y te sentiste sola y pérdida.
Y entonces ese momento te marca y rompe tus estructuras, tus creencias y todo lo que habías planeado y soñado para tu vida.
Una carrera trunca, un arrepentimiento, una culpa, una traición, un desengaño, una muerte... o sólo abrir los ojos y ver.
En qué momento nos convertimos en lo que somos? En uno en particular? Hay un proceso que nos acompaña. Que nos lleva de la mano. Nos alienta. Nos retiene. Pero por sobre todo va con nosotros.
Y en algún momento encuentra su cauce, se encarrila. Ves con ojos grandes y llenos de experiencia. La tuya. La que nadie puede robarte y sólo vos comprendés. La que te hace la persona que sos.
No importa si lograste reconocer el momento bisagra, lo importante es que estuvo ahí.
Por qué no, pudo haber sido un momento de felicidad. Un nacimiento, un encuentro, una caricia.
Lo increíble es que esos momentos son tan necesarios en nuestro camino.
Las metamorfosis que hacen los seres vivos son tan antiguas como la naturaleza misma y todos los seres las necesitamos.
Cambiamos la piel, abrimos alas, nos salen patas para saltar. Dejamos de creer en el príncipe azul y en los cuentos de princesas y nos volvemos seres reales, de carne y hueso, que viven y sienten.
Que respiran y miran de frente con coraje.